Las paredes eran de cal, la rodeaban las almacigas.
En lo alto de aquel terraplén aborrecí cuadernillos Santillana.
En aquel pino construí un columpio, en la higuera una cabaña
En la piscina pasé las tardes matando avispas con mis chanclas.
Las montañas escaleras de bancales inundadas de zarzales
y surcados por las curvas de gravilla
de una austera y serpeante carretera de pendientes imposibles
donde siempre me pelaba las rodillas
y las moras que moraban los arcenes donde siempre se colaban
los balones que buscábamos en breve
con la ley de la botella quien la tira va a por ella
y así fué como pasamos aquellas tardes de Agosto
El aroma de café con leche, de Cola-Cao y galletas María
Domino y pepinos con sal sobre el poyete de la piscina.
La Comadre Carmela de visita, la bicicleta nunca fue mi fuerte
mejor contaba historias a los viejos sobre el hule de la mesa verde.
Y en el huerto entre medio los arreates entre coles y tomates
cerca las cañas que sujetan las patatas.
He montado un refugio nuclear con tres palos y dos tablas
que he encontrado en la garita de los gatos
Por la noche a la vera de la candela acechan los mordijuyes
mientras los adultos juegan a las cartas
Las cuarenta, el cinquillo o el remigio
y a sí fue como pasamos aquellas serenas noches del estío.
El jazmín a plena luna bajo un manto de estrellas
Las historias de terror del mano verde que habita en ellas.
Leyendas sobre el vendedor de pipas,
solo un pulgar tenia en su mano izquierda
Todo el mundo le apodaba ok, nadie supo si se lo hizo en la guerra.
Y en lo más profundo de aquel regajón solíamos ir de expedición
cuando no castigaban a mi amigo Toni.
A descubrir las construcciones sobre piedras de los pastores de antaño
que apenas trashuman ya de vez en cuando.
Y en San Juan armados con un arsenal de petardos y de ideas
hacíamos gamberradas con reptiles
hay batalla en la casa Cabeza Perro, cerca los Mangas de Lata
y así fue como vivimos los San Juanes.